There are flowers in my room and they don't need a job. They just need time to grow and die.

lunes, junio 14

El viernes

Voy a hacer una pausa en el cuento que les iba contando, porque el viernes me pasó algo extremo y necesito contarles. Y es loco, porque probablemente van a pensar que es super inventado y en volás es la weá más real que dice este blog.

Iba yo el día viernes caminando desde mi casa hasta el paradero que queda como a 3 cuadras, muerta de calor porque para variar el hombre del tiempo se equivocó. Pasados cinco minutos de este hecho puntual, me subí a la micro naranja marcada como C02, que llega hasta mi universidad. La cosa es que esta micro (se dice del aparato destartalado con ruedas y mucha gente amontonada que forma parte del transporte público) iba casi vacía, por muy irreal que parezca. Y dos paraderos más allá después que yo me subí, fíjense si no se sube un perro a la micro. Nadie lo podía creer, porque el perro en lugar de entrar por la puerta de al medio o la de atrás, entró por donde se supone que hay que entrar. Y muy descarado, el weón se sentó en un asiento de esos naranjos, que son preferenciales para "gente con escasa movilidad". Todos nos mirábamos con cara de "qué volá el perro", te juro que no entendía cómo el perro pulgoso este había ido a sentarse a un asiento de una micro, y figuraba muy derechito mirando hacia el frente. Y por si fuera poco, ya mucho rato después, casi llegando al final de recorrido, se sube una viejita y el perro no ha hecho nada más y nada menos que bajarse del asiento preferencial para viejos e ir a sentarse a otro.
Fue hilarante, me reí de eso todo el día. Hubiera dado medio pulmón y un riñón sólo por haber andado trayendo una cámara de video en ese momento. ¿Quién dice que los quiltros cochinos no son educados?

Bueno, el resto del día no fue tan extraño en realidad. Mucho calor-frío, mucho aburrimiento, mucho pololo, piña colada sin alcohol y panqueques con manjar y helado y un pingüinito de marinela (:

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